Existe una alta probabilidad que en este momento estés …. ¡En tu casa! En la tradición taoísta, se percibe la realidad como ciclos que transitan por elementos o fases. Cuando de alguna manera una fase no se respeta, no se celebra, la Vida busca la forma de ajustar, compensar. Por eso sospecho que fue el elemento Metal quien urdió el plan para que todos nos quedemos en casa hoy, estos días.
Metal, fase otoñal, corresponde a la introspección, al hacer orden, descartando objetos, conductas, valores que ya no son vigentes, para dejar espacio a nuevas posibilidades. En nuestra civilización con su ritmo acelerado apenas dejamos espacio a este aspecto del elemento Metal, corriendo sin cesar de una exigencia a otra, obsesionados por el “vil metal” olvidándonos del oro auténtico, que son nuestros valores, nuestras conexiones con la Vida, que vibra como un inmenso telar donde todos los hilos están entretejidos en un orden superior, él de la vida misma.
La enfermedad que podríamos contraer por el corona virus toca al elemento Metal, relacionado con el sistema respiratorio. El riesgo de contagio nos obliga a estar en casa, con los seres que comparten nuestro hogar, privándonos de tocar y olfatear – tacto y olfato siendo los sentidos relacionados con este elemento- el resto del mundo. Gracias a la tecnología, a los medios de comunicación seguimos conectados con el afuera. Somos a la vez auténticamente vulnerables – amenazados por algo tan minúsculo- y tan falsamente poderosos: si falla la tecnología – si se corta internet – nos encontramos a la merced de nuestras pesadillas… “desconectados”.
Cada uno de las 5 fases de transformación – o 5 Elementos – de la Medicina Tradicional China y del Shiatsu tiene sus propias demandas para con el ser humano. El modesto Metal no brilla como el Fuego, no pide entrega absoluta cual Agua, no exige crecimiento al estilo de la Madera, ni enraizamiento que nos pide la Tierra… nos invita simplemente a mirar para adentro. Propone que cerremos momentáneamente (todo es cíclico en la cosmovisión taoísta) puertas y ventanas, detengamos los movimientos y achiquemos nuestro universo para volcar una atención plena y consciente hacia nuestra identidad, nuestro “oro interno”, los valores en los cuales creemos, los ritmos más básicos y simples de nuestro organismo, comenzando por la respiración. Esta mirada interna, este soplo consciente, esta simplificación, esta puesta en orden me ayudarán a percatarme de que en esta observación que exige presencia, concentración, repliegue se ve el poder del infinito, la extensa red que organiza el todo, la conexión de la cual nos habla el elemento Metal.
Imagino que si los Elementos tuvieran cara, personalidad, voz, en este momento la expresión del elemento Metal sería de placer, ronroneando al observar tantos humanos privados de sus habituales estímulos, creyéndose atrapados en la garra metálica del enemigo…. Cuando en realidad quizás el mensaje sea apenas un recordatorio de las necesidades simbolizadas por este elemento: respira, ordena, suelta, desapégate, cultiva la humildad, mira hacia adentro, simplifica, conéctate, sí, pero desde la red a la cual como ser humano perteneces: se llama planeta tierra, sus integrantes se llaman oxígeno, agua, suelo, árbol, animal, piedra. Seres que juntos forman la gran alma que los antiguos taoístas llamaban Po, el espíritu del Metal, que palpita en “todas nuestras relaciones”, a la cual indefectiblemente pertenecemos y que nos pide respeto, reconocimiento.