Aprovechando que hoy – 22 de marzo 2020 – sea el día mundial del Agua… invoquemos el elemento!
(curiosa civilización que adjudica UN día al agua… quizás sería interesante intentar vivenciar un día SIN agua para darnos cuenta de su importancia e omnipresencia…).
Los antiguos Taoistas veían en el Agua la ilustración de la continuidad de la Vida, por ende todo lo relacionado a que la vida continúe está vinculado al Elemento Agua en su cosmovisión. En las diferentes especies el Agua rige la posibilidad de que la vida se reproduzca, cualquier sea la estrategia que adopte. En un organismo singular la tendencia a mantenerse con vida. Llevado al plano humano sería nuestro instinto de supervivencia y los sistemas que lo apoyan.
Como organismo singular mi sistema nervioso me permite interpretar las señales que me envía el entorno para tomar las medidas apropiadas: si estoy en peligro puedo huir, pelear o “congelarme” … Esta función muy básica del sistema nervioso está tan profundamente integrada en mi programación biológica que no necesito analizar los datos conscientemente para que mi sistema nervioso responda. Eso que llamamos hoy en día “stress” es simplemente una respuesta de nuestro sistema nervioso autónomo que dice “peligro – peligro – peligro – haz algo YA!” activando los nervios llamados “simpáticos”, los que empatizan con una respuesta inmediata, dirigiendo toda la energía disponible hacia los reflejos que facilitan la posibilidad de huir o pelear… o sea acelerando los ritmos cardíaco y respiratorio, llevando un mayor aporte de sangre hacia los músculos superficiales, cortando la digestión para no desgastar fuerza en algo que se podrá “hacer después”. Por eso el stress afecta nuestro tono muscular superficial, lo que a la larga produce acortamiento y dolores en particular a lo largo del meridiano de Vejiga (cabeza, cuello, espalda, parte posterior de las piernas, pies…). Afecta nuestra capacidad de recuperar energía durmiendo. Para dormir bien es necesario poder apagar las señales de alarma de la mente, soltar el cuerpo, confiar…
El equilibrio Simpático/Parasimpático me permite regenerarme cuando descanso, tanto física como mental y emocionalmente. ¿Qué emoción hay detrás de este sistema de detección del peligro? Evidentemente el miedo, una emoción relacionada con el elemento Agua en la perspectiva taoísta.
El Agua rige también el instinto de supervivencia que me hace “aferrarme a la vida”. Puede duplicar mi fuerza en los momentos de pruebas intensas. Es ese poder de voluntad que día tras día me permite aguantar las circunstancias – en particular si son duras. No todos los humanos tenemos la misma fuerza de voluntad ni capacidad de aguantar. Según la visión de los antiguos Chinos, eso se debe al “Ki ancestral”, relacionado particularmente con el meridiano de Riñón. La fuerza básica que nos han legado nuestros ancestros. Porque el elemento Agua también es el que empuja a que queramos reproducirnos, despertando en nosotros la libido, la necesidad de seguir nuestro linaje. Se trata de algo mucho más básico que las elaboraciones de nuestra mente acerca de si quiero o no tener hijos, también muy anterior a los movimientos de nuestro corazón que se enamora y elabora un plan donde una nueva vida sería como la máxima expresión de nuestro amor. Agua elige la pareja en base de la compatibilidad genética, sin otro tipo de consideraciones.
El Agua quiere la continuidad de la vida y a la vez presenta el máximo misterio, la paradoja con la cual nos cuesta hacer las paces: ¡la muerte es parte de la continuidad de la vida! Rige la noche, la estación del invierno, todos los momentos de descanso y aparente “muerte” que en realidad son parte del ciclo, contienen la semilla de la regeneración. Por extensión cualquier situación que nos enfrenta a lo desconocido, incontrolable, despierta el elemento Agua y su respuesta instintiva de miedo. Podemos caer en extremos: agitación, estresarnos e autoimponernos todo tipo de exigencias, o negación, que puede tomar la forma del letargo como si “invernáramos”, o sentir un cansancio profundo, tener sueño todo el día…
El Arquetipo asociado al elemento Agua es el Filósofo. Porque su mirada sondea el misterio: la vida misma, su sentido, su origen, su objetivo. Quien soy, de donde vengo, adonde voy, quienes somos, de donde venimos, adonde vamos, qué es la vida, qué es la muerte… ¿Reconozco que soy parte de una cadena continua de seres? ¿Soy consciente de cuánto debo a mis ancestros, de mi responsabilidad frente a los seres que engendro? ¿Frente a la muerte, cuál será mi legado, qué dejaré, no solo a través del material genético, sino como ser? ¿Sólo he usado recursos sin consideración o también he sido capaz de contribuir en algo para que este río del cual soy apenas una gota siga fluyendo?
Honrar el Agua, además de cuidar el recurso, agradecer su presencia en nuestro planeta, en nuestra atmósfera, en nuestra vida personal, hacer todo lo posible para evitar su contaminación, no despilfarrarla… honrar el Agua hoy en particular es mantener una perspectiva frente a los acontecimientos globales, no ceder al pánico, forma extrema del miedo, aprovechar para dormir más y mejor (aprovechemos … hay mucho menos ruido – el sentido del oído está ligado al Agua en la medicina China) – confiar, entregarnos a lo que está pasando, evitar exponernos y exponer a otros inútilmente al peligro del contagio, dedicar un tiempo para ver aquello que en el trajín cotidiano no vemos, la danza de la vida y la muerte que se suceden como olas en el océano. Nos estamos asomando al misterio, por más estadísticas y explicaciones que manejemos, y aunque sea sólo por eso es un buen momento para conectarnos contigo gran Agua, y darte las gracias, gran sabia y fuente de Vida. Ojalá nuestra aldea global logre integrar a partir de esta prueba algo más de tu grandeza.